viernes, 25 de abril de 2008

VIII. Nueve almas, una carne

El ruido hace que todos los presentes, incluido Prometeo, liberado de su carga fecal, se agrupen en el salón y dirijan sus miradas hacia el techo.

—Deberíamos echar un vistazo —dice Prometeo con las manos en el vientre, con el careto propio del que le han extirpado un riñón recientemente.

—¿Dónde se habrán metido Arenas y Duckland? —pregunta Ed, airado—. ¡¡¡Joder!!!, así no hacemos nada, esto va cada vez de mal en peor.

—Quizá estén en la buhardilla, de ahí los ruidos —deja caer Mem, tratando de buscar una respuesta que calme los exacerbados ánimos.

—Sólo hay una manera de averiguarlo —dice Chufowski—. Tememos que echar un vistazo.

Deciden ir todos juntos. Ed va abriendo camino con un cuchillo y Prometeo pegado a su espalda agarrando un rodillo. El resto va en fila india, asiendo sartenes y cacerolas, como una serpiente plateada y tremolante. Suben los escalones uno a uno y la madera cruje a sus pies. Llegan hasta la buhardilla y encuentran la puerta cerrada. Ed pega la oreja a la puerta y asiente con la cabeza, haciendo una señal con la mano, juntando los cuatro dedos con el pulgar, repetidas veces, haciendo ver que hay alguien ahí dentro de palique.

Se abalanzan sobre la puerta y Ed con el impulso cae rodando, y el cuchillo sale volando y se clava en el suelo, a escasos centímetros de Duckland, embebida ésta en la contemplación de unos mapas. Prometeo cae entre las piernas de Arenas y el resto contempla la escena desde puerta, sin dejarse pasar los unos a los otros.

—Podíais haber avisado de que estabais aquí —dice Ed malhumorado—. Nos hemos llevado un susto de muerte. Ya hemos tenido bastante esta noche con lo de Ícaro, como para que la gente haga lo que le venga en gana, aquí hay que poner un poquito de orden.

—Mira —dice Arenas conciliadora, pasándole una foto en la que se ve una embarcación.

Todas las cabezas rodean la figura formando un círculo casi perfecto, en palabras de Jony, tan dado a buscar la belleza geométrica en todo momento y situación.

Está claro que la maqueta es la reproducción del barco que se ve en la foto, la cual pasa por las manos de todos ellos. Al darle la vuelta ven que está fechada en 1935.

—¿Por qué no cogemos todo este material y lo miramos tranquilamente en el salón? —propone Ed, que parece tener prisa por salir de la buhardilla.

Una vez en el salón notan un ligero temblor. Los vasos de arcopal, los cirios, las botellas de licor, toda la vajilla va al suelo, acristalándolo con pequeñas astillas brillantes, refulgiendo como un mar de plata. La casa se convulsiona, mientras los allí presentes asisten atónitos al balanceo con el corazón acelerado y el grito en el cielo.

Jony, convertido en un imán de mala suerte, ve impasible cómo un plato sopero ha ido a buscar acomodo en su pie, cayendo de canto sobre su meñique, y maldice empleando una miríada de insultos.

La casa se mueve. Dark se asoma a la ventana y profiere un grito. Tras ella, Arenas y Duckland invitan al resto a sumarse a la contemplación del espectáculo. Ícaro logra hacerse un hueco, sacar la cabeza y echar la pota, mientras promete que nunca más probará ese matarratas bajo apariencia de orujo.

Chufowski dice a Ed que le siga, que quiere comprobar algo. Se asoman por todas las ventanas y finalmente por la trasera de la casa, que ahora era la delantera merced al oleaje. Junto a un pequeño ventanal ven un cable de acero de unos diez centímetros de grosor.

Prometeo llega hasta ellos y, tras observarlo, dice que aquello es el cordón umbilical que los mantiene unidos a tierra firme, pero que tarde o temprano lo más seguro es que oigan un chasquido tras el que quedarán a merced de los vientos, las sirenas y los Dioses, y comienza a recitar una poesía que Ed recuerda haber leído en su blog.

De nuevo en el salón, Ed los mira encogiéndose de hombros. De todas maneras, cualquier explicación que pueda ofrecer sería tan absurda como las cosas que les vienen sucediendo desde el día de ayer.

Arenas toma la palabra para comentarles que en su libro de Expediente X, el cual les muestra, hay un caso similar acaecido en un pueblo de California, donde dicen que se produjo un terremoto y donde parte del litoral se desprendió y con él las casas que había sobre el terreno.

—Ahora, me dejas mucho más tranquilo —dice Prometeo, que se disculpa, dejando el salón un momento, pues tiene todavía que seguir soltando lastre.

Jony les informa de que los móviles no funcionan, por lo que deben haber entrado en algún campo magnético gravitacional que impide cualquier comunicación de la casa con el exterior.

—Evidentemente —dice Duckland— estamos ante la versión hispánica del triángulo de las Bermudas. Vamos de camino hacia otra dimensión, violando las leyes del espacio y del tiempo. Aquí Íker se pondría las botas. Si salimos de esta, nos hacemos ricos yendo de plató en plató.

Se oye entonces un ruido chirriante que les hiela la sangre, barnizando sus caras de un blanco roto. El cable ha cedido y lo ven como si se tratara de la cola de un dragón restallar contra las ventanas hasta desaparecer bajo las aguas.

Ícaro dice que preferiría haber entrado en coma etílico la noche pasada antes que pasar por esto. Chufowski se pregunta en voz alta si aquello no será una adaptación de La habitación de Fermat, donde Ed les ha convocado con el único fin de matarlos a todos, eliminando así la competencia que le permita erigirse como El Rey de las Letras Virtuales, no solo en Murcia, sino en todo el territorio nacional, porque es sabido que la envidia entre los escritores es infinita.

Ed, visto el tétrico y absurdo cariz que toman los acontecimientos, prostituido ya el raciocinio en aquel burdel del delirio, dice que nadie va a morir, salvo por muerte natural o por propia iniciativa, a no ser que le inflen mucho las narices y dé entonces buena cuenta del cuchillo jamonero con el que es capaz de sacar filetes de carne del grosor de un papelillo, arguyendo que debe haber alguna explicación lógica detrás de ese hecho paranormal y que es posible que haya más casas flotando a la deriva como la suya, y en otras circunstancias les hubiera hablado de La balsa de piedra, pero cree que no viene a cuento.

En el ancho y basto mar que se abre ante sus ojos, sólo el gran azul les circunda. Se adivinan los perfiles cada vez más difusos de las montañas recortándose en el horizonte, las luces de las farolas y de las últimas casas del cabo.

Entonces Chufowski, tras permanecer unos minutos meditando en el retrete, al cual Prometeo ha bromeado con mudarse, para evitarse así los viajes, venciendo sus miedos, orilla los "qué dirán" y, cogiendo a Ed del brazo, le explica sin ambages su plan. Éste le mira con cara de preocupación y una sonrisa que no puede disimular. Hemos de hacerlo ahora, dice Chufowski apremiándole. Van hacia las pertenencias de Chufowki y de la mochilla del tamaño de un baúl extraen un plástico que cubre todo el suelo. Aplican el inflador y dos minutos después, sobre el suelo de la habitación, hay una muñeca hinchable XXXL teñida de rubio plátano de Canarias.

Bajan las escaleras, agarrándola cada uno de un brazo, y cuando llegan al salón con ella se escuchan risas y aullidos. Chufowski asume con templanza calificativos como libertino, licencioso, tarambana, lujurioso, guarro y chanzas varias, pero una vez que reina de nuevo el silencio, tomando la palabra y tras alegar en su defensa que no puede dormir solo, les explica que esa muñeca hinchable es la metáfora de su salvación, ya que además de ser una surtidora de placer puede hacer las veces de una lancha neumática, según ha leído en un foro.

En el prolijo manual de instrucciones que no va en la caja pero que Chufowski ha memorizado y del que lleva una copia en su usb, indica que es capaz de soportar 1.000 kg. de peso, merced a su forro especial de goma 2.0, que según decía la web coreana donde la adquirió era la bomba. Ese modelo, además de una potencia de 6.000 w. en posición de succión, puede hacer la función contraria, la de desalojo, haciendo las veces de una lancha de contrabando. El plan es una locura, pero no se presentan otras opciones mejores, o en caso de haberlas nadie tiene fuerzas ni ganas de exponerlas, así que hacen una votación y todos, quien más quien menos, alzan sus manos en señal de asentimiento.

Se dirigen entonces a la puerta de la casa. Cada uno llevando consigo los enseres que pueden llevar encima y se lanzan al agua, donde les espera la muñeca abierta de piernas. Cuando los nueve están en el agua, se reparten por los brazos, piernas, cabeza y pechos de la muñeca. Duckland y Arenas van a horcajadas sobre el vientre de esa Diosa de goma, llevando cada una su libro en las manos y el barco de marras dispuesto sobre el vientre de la muñeca.

Ya en posición, todos resoplando y jurando por lo fría que está el agua, Chufowski acciona el dispositivo, gira la rueda hasta la máxima potencia y pulsa la palanquita de desalojo. Por la entrepierna de la muñeca salen burbujas y luego poco a poco el artefacto se mueve. En su travesía escuchan gemir a la muñeca, porque ésta, dotada de sensores hasta en los lóbulos de las orejas, está programada para hacer más amena las relaciones con sus usuarios, y con tanto toqueteo, con nueve personas metiéndole manos se oyen toda clase de expresiones; uy, ahhhhh, síííííí, dámela toda, Diooooooooossss existe

La costa todavía queda lejos cuando la muñeca comienza a sufrir espasmos. Su batería se agota y quedan a la deriva. Mem comienza a gritar.

—!!!Pirañaaaaaas!!!

—Aquí no hay pirañas Mem, serán medusas en todo caso —replica Prometeo.

—Me pican las piernas que no veas, es un escozor infernal.

Las miradas de odio dirigidas hacia Chufowski y su plan de mierda le hacen apartar la mirada y anegarla en el horizonte.

—Mientras no se pinche esta muñeca, ni tan mal —dice Arenas, que aprovecha el parón para seguir leyendo su libro.

—Mirad —dice Dark—, aquello que se ve al fondo parece el mástil de un barco— señalando con el brazo estirado y apuntando con el dedo.

—Hala, pues venga, al agua patos —insta Ed.

—Hay un problema —dice Jony.

—No te preocupes por tu meñique, que para nadar no te hace falta —dice Dark, dándole una palmadita en los mofletes..

—Es que yo…

Ya están todos en el agua, menos Chufowski y Jony que siguen aferrados a las extremidades de la difunta. Unos nadando a braza, otros como Arenas y Duckland flotando boca arriba y empujándose con las piernas a fin de no mojar sus libros.

Chufowski permanece agarrado a un pie con las uñas pintadas de rojo pasión, con la mirada perdida. Jony le busca con los ojos y le pega una voz.

—Vamos, dice Chufowski saliendo de su húmedo ensimismamiento, te echo una carrera.

—No sé nadar.

—No me jodas, tronco. ¿En el cole no os llevaban a la piscina, no os daban gorritos azules y gorritos rojos?

—No.

—Pues estos cabronazos ya se han ido, así que probaré a remolcarte. Tú déjate hacer porque lo mismo nos vamos los dos al fondo del mar. ¿Conforme?.

Prometeo se aparta del resto de nadadores porque tiene un apretón y precisa tanta intimidad como un mar sin puertas ni ventanas puede ofrecerle. Ícaro es el primero en ver con nitidez la proa del barco. Llega hasta la amarra que pende de un flanco y espera a sus compañeros.

—¿Te puedo contar un secreto? —dice Jony dirigiéndose a Chufowski con un hilo de voz.

—Dispara.

—Antes de palmarla, la muñeca me dijo algo.

—¿Comooooooooooooooorrr?

—¡Nueve almas separarán la luz de las tinieblas! ¡Un mismo destino, una sola carne!

—¿Eso te dijo?

—Pues sí, yo iba agarrado a su cabeza y lo oí de sus labios, fueron sus últimas palabras, te lo juro.

—Jajajajajaja… Jony, eres cojonudo. ¡Qué imaginación! ¿Cuánto bebiste anoche? Macho, sí que te dura la resaca. De esto ni una palabra. ¿Entendido? No está el horno para bollos. Anda, agárrate bien, que ya no nos queda nada.

Los nueve cuerpos flotantes ya agrupados, tras llegar Chufowski y Jony también hasta la amarra, leen—salvo los que tienen miopía— una inscripción en la vela mayor, que dice así:

No basta con jugar, es la hora de creer.
El tiempo se acaba.
Es la hora de la tiniebla

Arenas, junto a Ed, antes de subir al barco, le pregunta:

—¿Qué hacían esas fotos en tu casa?

Ed pierde su mirada en el mar, se aclara la garganta y responde:

— Ahora os lo cuento.

10 comentarios:

ed.expunctor dijo...

Aviso para Dark, la próxima autora: como no se metan algo muy gordo, digamos..., dos cucharadas de cocaína cada uno con su vaso de leche y su cola-cao, los personajes deberían sobar unas cuantas horas, que se nos van a morir de cansancio..., porque deben de ser ya las diez o las once de la mañana...

prometeo dijo...

Menudo viaje amigo. Menudas risas que me he echado con la fabulosa lancha XXXXL y sus gemidos XDDDDD.
Genial el viaje que nos hemos pegado Chufowski. Por cierto, la primera norma de esto es no matar a los personajes, y os advierto que es la octava vez que entre vosotros y la colitis me metéis en el baño. Al menos dejarme con un gramo de calorías para quemar joer XDDD
Grande Chufo, grande. El próximo toro es para Dark...

Anónimo dijo...

gracias Prometeo..me alegro de que te eches unas risas...al menos nos divertimos escribiéndolo y leyéndolo

ed.si en el cine hay elípsis en la literatura, también, si no hablamos de la comida entederemos que comen, al igual que mearán, harán lo que Prometeo hace tan bien y otras cosas que harán sin la luz de los focos...en cuanto a dormir pueden echarse una buena siesta en la borda de la embarcación..

Nuevo Ícaro dijo...

Es genial, aunque cargarse la casa de Ed, joer. Realmente divertido.
PD: Por cierto, Habías dicho que la muñeca Hinchable la habías comprado en una weg. ¿Koreana o china?

Anónimo dijo...

..coreana...la tecnlogía punta viene de ahí..como los Samsung..xDDD

Duckland dijo...

Coreana, apunto. Conozco al menos a 3 amigos que me pondrán un piso si les gestiono a PlasticGirl.

Joder, Chufowski, ni en sueños habría pensado que ibamos a ser los goonies de la huerta a bordo de una muñeca hinchable fueraborda de 6.000 w

Chápó. Miedo me da la cercanía de mi turno!!

Anónimo dijo...

Duckland..acababa de leer los amantes de silicona de Javier Tomeo y supe las muñecas hinchables daban mucho juego...
a ver donde nos lleva la inercia..XDDD

Anónimo dijo...

Que panza reir,yo no se vosotros pero yo me estaba imaginando con la casa por el mar,y luego agarrados todos a la muñeca,creo que el peor parado va siendo Ed.que ha perdido ya hasta la casa.XDDDDD

mem.

Jonathan dijo...

Nunca olvidaré el día que esa mujer murio en mis brazos, susurrandome sus ultimas palabras antes de morir.

Ella era casquivana y siempre tenía cara de asustada, pero era buena chica...

Pero a cada guarra le llega su San Martín.

Anónimo dijo...

..si finalmente en el barco hay pilas lo mismo podemos resucitarla o conectar la usb a un portatil..ya se verá...