Los hombres exhaustos,
escépticos,
agonizantes de fe.
Las sombras desquiciadas,
que no cesan,
que ahogan,
insultan,
señalan a dar.
La sal se disuelve con la sangre.
La pólvora que cae de tu boca,
que invoca a la parca,
que desgarra la piel,
que prende el estruendoso telo,
que hunde en la oscuridad acuática.
La parca que sostiene un puñado de hilos.
Y decide con su ojo hediondo, la cuenca vacía.
Y corta, la puta ciega caprichosa.
Y los hombres cruzan los dedos,
retuercen el instinto,
estertores de alivio,
mandíbulas desencajadas.
Un grito primigenio,
animal,
catártico.
Entropía e ironía: ha habido suerte.
El agua dará la vida
Y quitará la pena.
Quitará la vida
y devolverá su deuda.
Los hombres ya regresan a niños
Los últimos demonios yacen
ahora
en su jugosa y profunda tumba.
lunes, 21 de julio de 2008
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3 comentarios:
La inercia comienza a tintarse de tonos oscuros y lúgubres... Empieza a costarle ser inercia...
Me suena a... ¿naufragio? Ya veremos pa' dónde nos lleva la inercia...
Salud!
me gusta mucho: novela, teatro, poesía..está bien, géneros variados. Aupa Duckland.
Me gusta.
mem.
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