Krus y Surk tenían que volver con plasma y materia gris, algo que para ellos era sólo una tarea rutinaria.
No entendían mucho a los humanos: qué raza más extraña, una raza, de hecho, muy limitada, y además su ADN era defectuoso.
A éste ya lo tenían fichado... Qué importante era fichar: era muy importante. Su materia gris había sido ya procesada, pero ahora no era tan gris, pues sus destellos y conexiones habían perdido viveza... Era extraño, muy extraño... En cualquier caso, tenían que hacerlo muy bien: no podían quedarles recuerdos de nada.
En AZKA, Krus y Surk eran el último eslabón, los subordinados o, como Ellos los llamaban, los dinzer o porteadores, pero sabían, no obstante, de la importancia de su trabajo: el salto en el tiempo era crucial para salvar a la raza humana y a la tierra.
Había que reprogramar el ADN de los humanos antes de que el sol cambiara las secuencias de las ondas radioactivas, lo que daría lugar a cambios importantes en la tierra. Los humanos ya estaban percibiendo el cambio climático, pero no alcanzaban a entender que el cambio que hasta entonces habían experimentado era una porción minúscula comparado con lo que se aproximaba: habría un cambio mucho, mucho más profundo.
Los elegidos darían el salto en el tiempo. Entre ellos estaban estos siete seres humanos, que ni imaginaban la evolución que experimentarían sus cuerpos y, sobre todo, sus mentes... Serían capaces de hacer cosas que eran impensables para un humano, y ellos seguirían su trabajo.
Pero para eso había que ficharlos a todos y reprogramar sus cadenas de ADN antes de que el sol interfiriese en las secuencias de las ondas. Y tenían que darse prisa. No podían postergar su marcha porque, aunque manejaban el tiempo futuro, el presente no estaba al alcance de su tecnología.
El salto en el tiempo lo darían en su VX8d, una nave helicoidal unida por puentes en forma de agallas, cubierta por una membrana en forma de huevo, con la que podían viajar en el tiempo...
De repente uno de aquellos humanos comenzó a despertar.
El tiempo apremiaba.
Ed abrió los ojos: le pesaban mucho y le dolía todo el cuerpo, pero el dolor de cabeza era insoportable... ¡Dios! ¿Qué era aquel sitio en el que estaba ahora?
* * * * *
Markatwo, Jony, Prometeo, Ícaro y Dark estaban muy confundidos, sólo recordaban haber visto aquella lancha acercarse a tal velocidad que lo único que pudieron hacer fue saltar. Tras de sí oyeron una explosión y una llamarada que parecía como si el infierno se hubiera abierto y quisiera escupir su rabia.
Marktwo oteaba el horizonte, miraba y miraba sin entender dónde coño estaban. La zona no la conocía, no había vida humana en unos kilómetros a la redonda; presumía que aquellas rocas en forma de isleta serían las que albergaban la guarida de los narcos. ¿Dónde estaba el resto de sus amigos? Aquella pesadilla parecía que nunca iba a terminar, ya dudaba que Ed, su amigo de tantos años, estuviera vivo. ¿Y Chufowski, Arenas, Duckland y Mem? No podían haber desaparecido todos. ¿Y los restos del barco?
No podemos quedarnos aquí, pensó, y propuso que la mitad intentara buscar ayuda y la otra mitad, al resto de sus amigos. Después de estar unos treinta minutos contándose todo lo que les había pasado les parecía un milagro estar vivos.
No podían quedarse sin hacer nada. Por eliminación, Jony y Dark fueron los elegidos para buscar ayuda, y al resto le tocó rastrear la zona. Cinco personas no podían desaparecer así como así.
* * * * *
Mientras tanto, en un lugar de cuyo nombre no quiero ni acordarme, Ed intentaba a duras penas abrir los ojos: el esfuerzo para conseguirlo le había parecido que se prolongaba durante horas interminables. Cuando consiguió girar la cabeza para que aquel foco gigante que le deslumbraba dejara de molestarle, se puso a buscar a sus amigos, pues lo primero que necesitaba saber era que estaban todos bien.
Pudo apreciar que estaba tendido sobre unas cajas en forma de camilla con una especie de alfombrilla de aquel material que se utilizaba para envolver paquetes delicados y protegerlos en el transporte.
A unos metros, en un palet de cajas de madera, estaban Duckland y Chufowski, y más allá podía ver cuatro cuerpos más, no apreciaba de quien, pero... ¿Dónde estaba el resto?
Cuando sus ojos se adaptaron pudo apreciar que estaban en una fábrica abandonada, pero a él se le antojó que aquello era el infierno. Cómo le hubiera gustado poder escaparse en la nave en forma de huevo de los protagonistas de sus cómics preferidos, aquellos que de pequeño leía sin cesar: Krus y Surk, dos extraterrestres viajeros del tiempo.
Quiso incorporarse cuando bruscamente una mano lo empujó hacia la camilla..., y cuando giró la cabeza y vio aquella cara casi se desmaya.
6 comentarios:
Si los acentos y comas estan en su sitio y esto tiene alguna legibilidad, es gracias a las correcciones del señor Edpunctor y señora Arenas. Por lo demás las incongruencias y desatinos son obra mia.
Espero que ustedes sigan con su "inercia", y...DISFRUTEN DE LA VIDA!!!..COÑO..QUE PARA ESO ESTÁ.
SALUD.
P.D. Agradecidissiima. A Ed y Arenas. besos.
De nada. Me ha gustado mucho cómo has sabido reconducir la historia, y esa mezcla de la realidad, la ficción, la niñez, los cómics...
A ver cómo lo sigue Nuevo Ícaro.
Un abrazo
muy bueno Mem...la inercia nos lleva por caminos inextricables...
Enhorabuena, Mem! Me ha gustado cómo has sabido llevar el hilo del relato para que no se nos fuese mucho de las manos la verosimilitud...
Salud!
Gracias Arenas.
Gracias chufowski.
Y un enhorabuena del maestro de maestros para mí es lo masss.
PAZ y SALUD.
mem.
Paso a agradecerte tu visita y a pedirte disculpas por mi silencio, es que estoy inmerso en una profunda catarsis producida por el exceso de trabajo. Parece que poco a poco voy despertando, a ver…
Lo dicho, gracias y un beso (despertando del coma)
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